La tragedia estuvo a punto de ocurrir en Scottsdale, Estados Unidos, cuando Renee Sánchez, justo después de acomodar a su nieta de un año y ocho meses en la silla de seguridad de su Tesla, enfrentó el terror de ver que el vehículo se apagaba y quedaba completamente sellado.
A pesar de los intentos desesperados de Sánchez por abrir el auto usando tanto su llave electrónica del celular como una tarjeta de manera manual, ninguna de las opciones funcionó, dejándola sin otra opción más que llamar a los bomberos para un rescate urgente.
Sin embargo, el rescate no fue sencillo. Al llegar, los bomberos explicaron a la angustiada abuela que los Tesla son especialmente difíciles de abrir una vez que la batería se agota, y no existen métodos rápidos para forzar la entrada como en otros vehículos, incluso los eléctricos más modernos.
En un intento desesperado por salvar a la pequeña, que ya mostraba signos de ansiedad por el calor creciente dentro del auto, los rescatistas decidieron romper una de las ventanas del Tesla. Cubrieron el cristal con cinta adhesiva y lo golpearon con un hacha para poder acceder al interior y liberar a la niña.
El incidente terminó con el exitoso rescate de la niña, que aunque visiblemente afectada por el ruido y el alboroto, resultó ilesa. Renee Sánchez, tras el incidente, criticó a Tesla por diseñar un automóvil que no permite la entrada sin energía eléctrica y pidió que se capacite mejor a los bomberos y a los servicios de emergencia para manejar este tipo de situaciones.